La miseria moral de Occidente
Se me podrá tachar de idealista, de utópico, de alejado de la realidad, de ingenuo, de excesivamente caritativo, de ignorante. No me importa en absoluto. Al menos me queda la ética.
Occidente siempre se nos viene a la mente como un lugar de progreso, de bonanza económica, de privilegios constantes, de tolerancia y de apertura. La miseria material parece, simplemente y a nivel general, haber quedado atrás hace muchos años, cuando las Guerras Mundiales asolaron a todo el globo y múltiples crisis hicieron caer a gobiernos, sumiendo a poblaciones enormes en profundos y trágicos abismos sociales y económicos. ¿Pero qué hay de la miseria moral? ¿Acaso ha corrido la misma suerte que la miseria material, la inopia?
Los occidentales, alejados de la realidad de miles de millones de personas, ajenos a sus problemas, su miseria, su horror y su miedo, siempre hemos creído tener el poder de decidir, opinar e imponer sobre el resto del planeta. En el siglo XIX, Europa comenzó una carrera imperialista que dejó un importante reguero de sufrimiento. Nuestra percepción de salvadores y difusores de la "verdadera cultura" nos convirtió en monstruos. Obnubilados por nuestro poder, embelesados por nuestra superioridad técnica y obsesionados con nuestra inteligencia, sometimos a civilizaciones completas a un proceso de destrucción cultural, de empobrecimiento del acervo histórico mundial, de universalización de la cultura de Occidente. Creímos haber hecho un bien a todas aquellas personas, pero lo único que logramos fue destruir la historia del mundo, anular partes de una misma visión mundial, destruir verdades relativas para imponer otra no más valiosa que las demás, la verdad Occidental. Conquistó el homo west. Su razón, su opinión y su pensamiento están ahora por encima de toda moral considerable y su palabra es casi axiomática.
Afganistán es el ejemplo. Algunos verbalizan la inocente expresión "flujos migratorios" para referirse a huir del horror, de la muerte, de la más dura represión, de la desesperación, de la crueldad, de la propia miseria material. Tan solo demuestran de esta manera que son verdaderos homo west, individualistas, egoístas, egocéntricos, absolutamente antihumanitarios e inmorales. Otros, demostrando un nivel humano inferior, emiten juicios que parecieran extraídos de declaraciones del más perverso villano cinematográfico. Si tuviéramos que buscar una nación que ejemplificara este supremacismo occidental, esta sería EEUU. Orgullosos de sí mismos, jóvenes, en la adolescencia histórica, individualistas y con aires de superioridad, los Estados Unidos de América creen dominar el mundo y menosprecian todo lo que no sea su propia nación, como demostraron hace unos días.
El problema, en definitiva, no reside en ser Occidental, sino en ser un humano egoísta y maniqueo, contrario a la moral y con una doble visión de los problemas globales. El problema es el homo west.
Comentarios
Publicar un comentario