Una formidable aventura cósmica
Libros. Un viaje infinito por el cosmos sin despegarse de un asiento, un paseo por las mentes ajenas, una aventura metafísica, un periplo por el cosmos de la invención. Leer es abrazar el platonismo, relacionarse con las ideas. Ensayo, poesía, divulgación, novela, cuento. La escritura supone, dijo un día Gabo, trabajar con las realidades de uno mismo. Escribir es mezclar imagen y sueño, afrontar la dualidad del mundo, distribuyendo sus partes de forma única a cada nuevo texto. Escribir es extender las barreras de aquello establecido, impregnando la realidad con un tinte inédito. El escritor es zahorí en su propia mente; a cada pulsión busca ideas, conceptos y tramas ocultas que le permitan narrar una nueva vivencia, una espontánea reflexión. La escritura, a cada ejecución, nos hace contemplar un nuevo Big Bang; la atalaya desde la que cada autor contempla y construye el cosmos humano supone, al impregnarse la tinta de las ideas en el papel, la aparición de un mundo nuevo. Así, un escritor no difiere mucho de un ingeniero; ambos son inventores. Mientras el segundo se atiene a la ley física, a la realidad palpable, inexorable e inflexible, el primero la deforma, la matiza, se salta por norma una ley, un postulado o un axioma. La escritura es la más sublime representación de la combinatoria; cada escrito es una nueva conjugación de los elementos del mundo en la que las posibilidades son infinitas: realistas, mágicas, fantásticas, históricas, científicas, ficticias, orientales, occidentales, familiares, nacionales, universales, particulares... ¿Y me preguntan sobre leer? Leer es una formidable aventura cósmica.
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